Publicada en BigBanNews Si comparamos las recomendaciones pediátricas de hace 20 años con las de ahora, nos sorprenderíamos bastante.
Muchas cosas han cambiado, como por ejemplo, la edad de inicio de la alimentación complementaria. Hasta 1998, a nuestras familias les sugerían darnos purecitos a los 3 meses, y así lo hicieron. Luego, surgieron diversos estudios donde se explicó que el intestino de un bebé no está preparado para recibir, a esa edad, otra cosa que no sea leche; y, sobre todo, que la leche materna (o de fórmula, si es el caso) cubre todas las necesidades nutricionales del bebé hasta los 6 meses.
Gracias al avance científico, se cambió esta recomendación. No es que antes se hacían las cosas “mal”, sino que se contaba con otra información. Seguramente, en 20 años se desestimen muchas de las prácticas que seguimos hoy, para dar lugar a nuevas.
En medio de ese cambio de recomendaciones también cayó en la volteada la famosa “listita” de alimentos. Días atrás vimos cuáles son los alimentos que, hoy por hoy, se sugiere ofrecerles a los bebés: frutas, verduras, legumbres, cereales, frutos secos, productos animales (si consumimos); todo adaptado para cada edad, nunca le daríamos un maní entero a un menor de 4 años, por ejemplo, pero sí podríamos ofrecerle pasta de maní. También sabemos que cambió la recomendación de retrasar alimentos por las alergias: ahora se sugiere ofrecerles de todo, desde el inicio de la alimentación complementaria.
Entonces, ¿qué cosas no se sugiere ofrecerle a un bebé cuando empieza a comer?
- Miel: La miel puede contener esporas de un germen que se llama Clostridium botulinum, que puede causar botulismo infantil, una patología muy grave que genera parálisis en todos los músculos del cuerpo. La cocción no destruye la espora. La miel es, además, un tipo de azúcar libre, por lo que no se sugiere ofrecerla hasta los dos años.
- Carne picada: En Argentina tenemos altas tasas de Síndrome Urémico Hemolítico, una enfermedad que daña los pequeños vasos sanguíneos y, de esta manera, afecta riñones, cerebro y corazón. Incluso, es una de las principales causas de trasplante renal en este país. La carne puede contener la bacteria que lo produce (Escherichia coli O157:H7) y se descubrió que la carne picada tiene más riesgo de transmitirla ¿Por que? Porque nunca estamos seguros de que toda la carne que queda en el interior de una preparación ha llegado a la temperatura que requerimos para matar la bacteria. Así que se sugiere evitar la carne picada hasta, al menos, los 5 años.
- Elementos pequeños que puedan irse a la vía aérea y causar asfixia, como los frutos secos enteros (que sí se pueden ofrecer en harinas o “pastitas”).
- No se sugiere ofrecer la leche de vaca hasta el año de vida pues se sabe que por su conformación podría causar pequeñas hemorragias en el intestino de los niños, y sumado a que interfiere en la absorción de hierro, ser un factor predisponente para desarrollar anemia. Antes del año, solo leche materna o fórmula.
- Productos ultraprocesados: cereales de cajita, quesos untables, gelatinas, yogures industriales, embutidos, jugos y galletitas, entre otros. Empecemos a leer etiquetas y a observar la cantidad de azúcar que tienen estos productos, los cuales no deben consumir los bebés. Aquí me gustaría destacar que es de suma importancia que tengamos (espero que pronto) el etiquetado frontal como política pública. De esta manera podremos informarnos y decidir.
- Antes del año, no se sugiere ofrecer en grandes cantidades las hojas verdes, como la acelga y la espinaca. Sí se pueden ofrecer en pequeñas cantidades. Tienen alto contenido de nitritos, lo cual puede causar en los niños y las niñas una patología llamada Metahemoglobinemia.
- No se sugiere ofrecer infusiones de hierbas (payco, anís estrellado, manzanilla) pues pueden ser tóxicas para los niños y niñas.
Informarnos nos da poder de elección y de transformación en nuestras decisiones alimentarias. Hoy sabemos cosas diferentes de lo que sabíamos hace 30 años, y también actualmente los números de niños y niñas con enfermedades crónicas no transmisibles (hipertensión, diabetes, alteraciones relacionadas con sobrepeso y obesidad, entre otras) son alarmantes. Tenemos que seguir investigando y aprendiendo a comer mejor, por el bien de nuestra salud y la de nuestros hijos e hijas.