El uso de las pantallas hoy en día, sobre todo después de la cuarentena, es algo de lo más normal y habitual. Sin embargo, son muchos los papás de niños pequeños que tienen serias dudas respecto al uso que los chicos deben darle a la televisión, tables, celulares y demás dispositivos.
Con respecto a esto, la pediatra Sabrina Critzmann explicó a BigBang que no hay que demonizar las pantallas, aunque sí es preciso ejercer un control sobre ellas y saber cuánto pueden utilizarse y cuándo en realidad no son buenas para los más pequeños.
De hecho, la médica manifestó que este tema es muy recurrente en las consultas pediátricas, sobre todo durante la época de la cuarentena impuesta por el Gobierno ante la llegada del coronavirus al país.
«Lo primero que hay que tener en cuenta es que los niños nacieron en este mundo de pantallas y que no son específicamente algo malo. Son parte de su día a día, y han desembarcado en este mundo teniéndolas cerca todo el tiempo», explicó la profesional.
Aún así, aclaró que es importante que las familias sepan que en los primeros años de vida el uso de pantallas, celulares y tablets no tienen beneficios para los niños, sino que en realidad hay muchos estudios que dejan claro que, por ejemplo, el uso sostenido de pantallas tienen consecuencias negativas en el lenguaje
«Los niños necesitan en su desarrollo un intercambio con otras personas y con su entorno. Las pantallas, tanto celular como TV, no tienen un intercambio, son unilaterales, es toda información, luces que provienen de la pantalla, y eso interrumpe la interacción con su entorno y limita los intercambios. Nosotros para aprender a hablar, necesitamos también del silencio, que es importante, y las pantallas tampoco nos permiten esto por la hiperconectividad, y este atrape que le pasa a los adultos también por parte de las pantallas», indicó.
En este sentido, dijo que en el día a día en su consultorio suele ver que hay muchos chicos con alteraciones en el lenguaje o con problemas del lenguaje, y que parte de la cuestión tiene que ver directamente con el uso excesivo de pantallas.
Además, la pediatra destacó y dejó en claro que hay dos momentos importantes en lo cuales las pantallas tienen un impacto sumamente negativo en el niño: a la hora de comer y a la hora del sueño.
«En lo que respecta a la alimentación, lo que tiene es que es un acto social primero, y después intervienen todos los sentidos; el olfato; el gusto y el tacto. Cuando los niños comen mirando una pantalla, pierden gran parte de esa experiencia sensorial y claramente eso tiene repercusiones negativas en la alimentación. Más aún los niños pequeños, que a partir del año y medio tienen una etapa de selectividad, donde empiezan a usar esta construcción del ‘yo’, y dicen que no y rechazan algunos alimentos. Si a eso le agregamos la pantalla, estamos en un problema más grande y realmente cuesta más trabajar con la selectividad», comentó.
En lo que respecta al sueño, la médica señaló que los niños hasta sus 6 años de vida tienen una construcción neuronal que no es parecida a la de los adultos, y que por eso duermen diferente, se despiertan varias veces en la noche y demás.
Por eso mismo, dijo que si a esta situación le agregamos el uso de las pantallas, a los chicos le va a pasar lo mismo que a los adultos, que muchas veces quedan «enganchados con las historias de Instagram porque pasa una tras otra o con los capítulos de Netflix» y no se pueden despegar. «Las pantallas generan una sensación de hiperestimulación todo el tiempo que claramente puede alterar el sueño y esto es importante», sumó.
En cuanto a la edad permitida para que los nenes empiecen a interactuar con las pantallas, Critzmann indicó que la Sociedad Argentina de Pediatría sugiere que el uso empiece a partir de los 2 años, siempre con contenidos educativos, no más de una hora por día, y con la presencia de un adulto cerca que esté interactuando con ese material.
«Esta es una sociedad donde hay pantallas y es imposible que no estén expuestos a ellas. El tema es para qué las estamos usando o para qué las ofrecemos. Una cosa es mostrarles una canción, o cantar juntos en familia viendo la tele y todos bailando, o que el chico esté en la butaca del auto y se use la pantalla tal vez para atravesar el camino y llegar al lugar, o que vea dos minutos de televisión para pode ir al baño, pero es una cosa muy diferente ponerle la tablet para que coma», especificó la médica, quien además hizo el año pasado una diplomatura en medios digitales.
De igual modo, la puericultora también mencionó que con los más chiquitos es clara la postura que hay que tomar, pero que todo se complejiza cuando los chicos son más grandes, sobre todo adolescentes, y utilizan las pantallas para encontrar un espacio de sociabilización y de creatividad.
Por esto mismo, dijo que es importante que los adultos acompañan el uso de estos dispositivos y que comprendan todos los riesgos que tiene (como el cyberbullying), pero que también piensen que para los chicos puede ser un espacio muy gratificante.
Hacia el final de la conversación, Critzmann analizó que a pesar de las indicaciones de la Sociedad Argentina de Pediatría respecto a la edad en la que se pueden utilizar las pantallas, lo cierto es que este año fue atípico, y por la cuarentena las videollamadas se hicieron mucho más seguido y en ocasiones como única manera de relacionarse con los abuelos. «Claramente los niños estuvieron mucho más expuestos a las pantallas, y eso va a haber que estudiarlo», cerró.