“Dejar” los pañales: ¿cómo podemos acompañar?

Dejar los pañales

Adquirir control de esfínteres no es tarea sencilla. Los nervios y neuronas que trabajan con las sensaciones y control motor de las zonas involucradas tardan un tiempo importante, que varía de niño/niña a niño/niña en desarrollarse. Recién a los 18 meses este proceso se empieza a consolidar lentamente.

Así como no esperamos que un bebé de 3 meses camine, no podemos esperar que uno de 15 meses deje el pañal solo porque se lo pedimos o porque tiene que ingresar a una institución.

Durante años se planteó que a los niños y niñas había que enseñarles cosas: a sentarse, a caminar, a comer, a dormir. Ahora sabemos que si les permitimos desarrollarse libremente y acompañamos con amor ese proceso, todos los niños y niñas, sin ninguna condición subyacente, lograrán estos hitos solos.

Para poder llegar a «dejar» el pañal, el niño/niña tiene que haber logrado evolutivamente:

  • Darse cuenta de que hizo pis o caca en el pañal.
  • Darse cuenta de que está haciendo pis o caca.
  • Percibir que tiene ganas de hacerlo.
  • Llegar a contener y avisar que desea ir al baño.

Todo esto es progresivo y reviste un importante nivel de complejidad neuronal. Es importante también que el niño sea capaz de expresarse y contar lo que le pasa.

Generalmente, este proceso se da entre los 2 y 3 años, donde predominan el «yo», «mío», «no» y «puedo solo», todas pautas importantes que llevan al reconocimiento del propio cuerpo y a determinar límites

A algunos niños les genera mucha angustia «perder» parte de su cuerpo cuando evacúan. La presión del pañal puede hacerlos sentir que la caca y el pis siguen siendo parte de su cuerpo. Esto es normal y debemos acompañarlos tranquilos como madres y padres.

¿Cómo podemos acompañar?

  • Reconocer los signos de que este proceso está iniciando, y respetar que es el niño/niña quien decide sobre su propio cuerpo. Enseñarle palabras que describan las partes del cuerpo y los procesos de evacuación.
  • Mostrarle la culturalidad en la que vivimos con respecto a esos procesos (en la sociedad occidental usamos inodoros, por ejemplo, pero esto no es así en todo el mundo).
  • Ofrecerle elegir elementos que los ayuden a usar el baño (pelelas, banquitos, adaptadores).
  • Evitar juicios de valor: castigos o felicitaciones desmedidas.
  • Tomar los «accidentes» como algo natural.
  • No tener miedo de «volver» a los pañales, si es preciso. No es un retroceso ni un error. Podemos preguntarles si ellos prefieren volver a usar pañal; y si su respuesta es positiva, respetarla.
  • Ponerle ropa cómoda que acompañe sus movimientos y sea fácil de sacar y poner.
  • No usar al verano como momento donde «hay» que sacar los pañales. Tal vez el niño no esté aún listo.
  • Que el niño ingrese al jardín no implica obligación de dejar los pañales previamente. No existe ninguna disposición o ley que pueda forzar a un niño/niña a hacer algo para lo que evolutivamente no está preparado. Es totalmente cierto que muchos jardines no cuentan con personal ni con el lugar adecuado para cambiar pañales durante la jornada, pero no podemos obligar a los niños a responder a políticas poco respetuosas de salud y educación infantil, sino adaptar esas políticas para el acompañamiento de la infancia.
  • No apurarse, no comparar. Se demostró que los niños que fueron forzados a iniciar «entrenamiento» de dejar los pañales antes de que estén listos, luego tardan más en completar el proceso, además de sentir frustración y angustia por no «lograr» algo que la familia espera.

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