Comparar…
«El bebé del vecino tiene la misma edad y pesa el doble».
«A esa edad mis hijos ya habían dejado los pañales».
«La hija de mi hermana duerme toda la noche».
«La bebé de unos amigos es más tranquila, no como ella que no para…».
«Qué suerte que tenés que el tuyo come, el mío tira todo».
Comparamos… Nunca dejamos de comparar.
Los adultos somos expertos observadores de las diferencias entre bebés y niños. Y, generalmente, es nuestro hijo/a el/la que sale perdiendo…
A nadie se le ocurriría comparar cuánto comen o cuánto duermen dos adultos distintos; o cuánto tiempo tardaron en aprender algo (y lo digo yo, que hace una semana que estoy intentando aprender a hacer un Instagram Reels ).
¿Por qué lo hacemos con los chicos?
¡Qué paciencia que nos tienen, che!…
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