Estos dos procedimientos quedan a criterio de la familia y es importante reconocer que solo se realizan por una cuestión estética y cultural, y no traen ningún beneficio al bebé.
Pelar al bebé no hará que el pelo crezca más fuerte ni más lindo. El pelo de la cabeza ayuda a los bebés a regular su temperatura (la cabeza es la parte más extensa del bebé y por donde más calor pierden, por eso en las primeras horas de vida se les coloca gorrito), pelarlo le quita esa protección. Si se decide esa práctica, es importante elegir a una persona idónea y respetuosa para realizarla.
No se recomienda en bebés prematuros o de bajo peso porque precisamente el esfuerzo en mantener la temperatura les hace consumir más calorías y dificulta el progreso de peso.
Por más que los pelemos, el pelito del nacimiento o el que crece después se suele caer y crecer desparejo, y esto es absolutamente normal.
Por su parte, ponerle aritos a las niñas es una cuestión cultural. Si se decide realizar, utilizar materiales hipoalergénicos en condiciones de esterilidad (generalmente se recomiendan aros de oro, dado que los de acero quirúrgico no siempre pueden certificar que realmente lo sean, y pueden producir alergias). Se puede dar la teta durante el procedimiento para aminorar el dolor (tetanalgesia).
El procedimiento lo debe realizar un profesional idóneo con experiencia en manejo de materiales estériles. Hay que tener mucho cuidado de que no se desprenda el botoncito de cierre o tuerquita o que no se desprenda el brillito. Todo lo que está cerca de un bebé…suele terminar en la boca.
No deja de ser una perforación y una posible vía de entrada de gérmenes en un bebé muy pequeño, así que hay que estar MUY atentos a cualquier signo de infección.
Cómo conclusión: ninguna de estas prácticas se recomienda desde la pediatría, pues no traen ningún beneficio puntual para el bebé. Están muy arraigadas desde lo cultural, por lo que acompañamos las decisiones familiares con conciencia e información, sabiendo que siempre quieren lo mejor para el/la bebé.
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