Cuando hablamos de alimentación, nuestra responsabilidad como familias se basa en dos cuestiones:
▶Ofrecer alimentossaludables de buena calidad nutricional.
▶Dar el ejemplo. Si no los consumimos nosotros, las niñas y niños tampoco lo harán.
Con respecto a la cantidad… ¡La decide cada bebé, niño o niña!
Cuando ofrecemos alimentos sanos, fuera de los paquetes de ultraprocesados llenos de aditivos, el mecanismo hambre y saciedad funciona perfecto en los niños.
Comerán la cantidad que necesiten, y no todos los días necesitan lo mismo. Además, a medida que van creciendo, la velocidad de crecimiento se enlentece, y ya no aumentan tanto de peso: no crecerán de la misma manera que en sus primeros 6 meses o en su primer año.
¿Existen excepciones? Sí, hay ciertos signos que a los profesionales nos hacen prestar atención a ciertas dificultades en la alimentación (rechazo completo de texturas y colores, por ejemplo). Y allí es importante actuar en forma interdisciplinaria.
Paciencia: cuando hay alimentos saludables a mano y no se los obliga, los niños y niñas acceden naturalmente a ellos porque es lo que hay en casa. Y si en casa tenemos alimentos no saludables, tal vez es momento de replantearnos por qué los consumimos nosotros.