Los frutos secos son muy buenos alimentos para iniciar la alimentación complementaria. Están llenos de calorías, grasas buenas e incluso hierro. Entre ellos se encuentran las nueces, las almendras, las avellanas, el girasol, las castañas de cajú, las castañas de Pará y las nueces pecán, entre otros. En realidad, el maní es una legumbre, pero la incluimos en este grupo por su similitud.
¿Se pueden ofrecer desde el inicio de la alimentación complementaria? Sí, pero al ser potencialmente alergénicos conviene ofrecerlos por separado o con algún alimento que se haya presentado varias veces antes, y observar los signos al recibirlo.
Ahora sí, vamos con las formas seguras de ofrecer frutos secos y el paso a paso:
- Untable de frutos secos: remojar toda la noche y procesar con minipimer o licuadora con aceite de oliva y especias frescas. Si deseamos hacerlo dulce lo podemos combinar con dátiles rehidratados y cacao, más una pizca de agua. Podemos usar almendras, castañas de cajú o semillas de girasol.
- Pasta de maní u otro fruto seco comercial, observando en la etiqueta que solo nombre al fruto seco sin agregados (por ejemplo, que diga “maní”, sin otro ingrediente)
- Ralladito vegetal: procesar frutos secos con mortero o molinillo de café y agregarlos a purés o preparaciones
- Harina de frutos secos: procesar frutos secos y utilizarlos en forma de harina.
Los frutos secos son la principal causa de obstrucción por cuerpo extraño en la vía aérea en la infancia, y es grave; por eso es nuestra responsabilidad ofrecerlos correctamente. No permitiríamos que nuestrxs hijxs cruzaran corriendo una avenida aunque nos lo pidieran. ¡Esto es lo mismo!