Hemos hablado largamente sobre los berrinches. Aproximadamente, a partir de los 15 meses los bebés descubren cosas maravillosas (son todos distintos, lo sabemos. Y los tiempos también): se dan cuenta de que pueden decir que no, que pueden desplazarse lejos del adultx y que pueden comunicar más efectivamente sus deseos. Y de ahí viene el berrinche: «¿Cómo puede ser que no me des lo que yo DESEO?» «¿Cómo puede ser que no me permitas hacer esto que me da tantas ganas?» (léase: tirarse de la mesa, correr con un cuchillo y otras amenazas a la vida).
Muchas veces esta frustración genera llantos, gritos y tiradas al piso. Y otras, aunque en la casa nunca se haya levantado la mano, genera que niños y niñas golpeen a otras personas o a sí mismos.
¿Por qué pasa esto?
Esto sucede porque el lenguaje aún está en construcción. No pueden decirnos: «La verdad, estimados padres, estoy muy frustrado, me retiraré a mi cuarto a pensar».
Los niños y niñas expresan con el cuerpo. Y ahí, muchas veces cuando la emoción es muy fuerte y no la pueden expresar, aparece el manotazo.
¿Qué hacer?
✔No reírse, no tomarlo como gracia.
✔Ponerse a la altura del niñx, mirarlo sin distracciones propias (dejar el celular, por ejemplo).
✔Decirle claramente que entendemos su frustración, que esté enojado/a, que tal vez tenía muchas ganas de jugar con eso que no puede porque es peligroso; pero que no nos lastimamos, ni a otros ni a nosotros mismos.
✔Muchas veces, el mejor límite es el abrazo. Usar el propio cuerpo como límite, como borde seguro y como refugio. No estamos premiando el golpe: estamos ofreciendo nuestra calma para construir su calma.
¿Estos son tips? No, para la crianza no hay tips. Cada familia tendrá su respuesta mirando a sus hijxs. Lo que sí les aseguro es que cuando decidimos criar sin violencia, nada de lo que hagamos puede estar “mal”. Construyamos el propio camino.