Hace berrinches porque tu tipo de crianza…” “Es culpa de que es muy apegado” “Claro, es re caprichosa. Es por esa pavada de ‘respetarla’” “En mi época se solucionaba con la chancleta”, estas son algunas de las frases que se suelen escuchar en el día a día.
El berrinche es una expresión de la frustración. Vivir está lleno de frustraciones, aún más en la infancia. ¿Por qué no podés jugar TODO el tiempo conmigo? ¿Por qué no entendés lo que te estoy pidiendo? ¿Por qué no puedo correr con una tijera?, ¡si es re divertido!
Y quiero contarles algo: el berrinche va a suceder. Y a veces nosotrxs estamos muy cansadxs, sobre todo cuando son las 9 am y vamos por el cuarto enojo del día. Pero no es algo que indique que hacemos “las cosas mal” o que nuestrx hijx tiene algo malo.
Tenemos que volver a descubrir cómo son las niñeces: los bebés y niñxs necesitan upa; necesitan presencia; necesitan llevarnos de la mano; necesitan que veamos por más que nosotrxs estemos tapadxs de trabajo, que haya que lavar platos, que la comida no se haga sola…
De acá parte lo fundamental que son las redes de apoyo: solxs no podemos. ¿Siempre tenemos esas redes? No. Pero se construyen desde lo individual para impactar en lo colectivo. Cuando dejás pasar a un mapadre con su bebé en la fila del súper porque sabés que ese bebé no puede esperar, en lugar de señalar y propiciar su berrinche, estás construyendo una sociedad menos adultocéntrica. Y, sin duda, mejor.
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